Por su carácter proyectual, el dibujo es la disciplina que nos recuerda que la imagen es, siempre, un “llamado a imaginar”. A través de materiales muy simples, como un papel y un lápiz, el dibujo nos invita a hablar del mundo y de la existencia humana: amplía aquello que resulta pequeño, íntimo y cotidiano, o vuelve accesible lo que nos resulta inconmensurable o incomprensible. La línea y sus diferentes movimientos, impulsados por la mirada del artista, tienen la capacidad de producir escenarios inmersivos, de generar paisajes cargados de dramatismo y oscuridad, de proponer nuevas formas de habitar el presente, y de provocar estados emocionales.
Esta exposición reúne obras y proyectos de ocho grandes artistas expansivos de la escena argentina actual, cada uno de los cuales ha desarrollado un cuerpo importantísimo de obras, en las cuales el dibujo ha jugado y juega un rol central a la hora de articular sus muy diversas visiones sobre el mundo contemporáneo. Con infinita sensibilidad y empatía, cada artista de esta exposición explora los desafíos, los detalles y las sorpresas de la realidad actual, y construye sobre el papel, el espacio de la sala o la naturaleza misma, otra realidad posible. Esa otra realidad –el arte mismo– toma la forma de un paisaje, una escena, un momento, una mirada, una emoción. Cada trazo, cada gesto en el acto de creación, se presenta pleno de sinceridad, de amor y de dolor, de complicidad y de humor, y nos invita a seguir sus movimientos y vivenciar cada una de las escenas desplegadas en ellos. ¡Bienvenidos!
Artistas: Josefina Alen, Nicanor Aráoz, Viviana Blanco, Valeria Conte Mac Donell, Alfredo Dufour, Cervio Martini, Julia Padilla y Alberto Passolini
Curaduría: Raúl Flores, con la colaboración de Victoria Noorthoorn
Diseño museográfico: Iván Rösler
Producción: Martina Estelí
Playlist: Dibujar es crear mundos
En los textos de crítica musical se suele aludir al sonido del sintetizador como «líneas». Surgido en los laboratorios que trabajaban sobre los fenómenos de la acústica y el sonido como materia, este instrumento se convirtió en la nueva guitarra eléctrica de la música popular desde principios de los 70. Formas de onda puras manipuladas de forma melódica o como “ruido” evocan los trazos precisos del dibujo del papel al espacio sin límite del sonido. La música que se escucha aquí va desde el uso del theremin (ancestro del sintetizador) en manos de la pionera Clara Rockmore al uso extendido del moog en los 70 (del rock progresivo a la música disco y la reversión kitsch de la herencia romántica y barroca); el arsenal renovado por el pos punk y la estética del tecno pop de los 80 y el pasaje del instrumento como símil de un piano al software desde fines de los 90 tanto en las formas más extremas del dancefloor como en la producciٕón de nuevas estrellas pop. Si en el dibujo la forma es pura síntesis aquí hay un sonido que ha sido capaz de crear nuevos mundos posibles en los oídos. En el cierre, un homenaje a Jorge De la Vega que convirtió en canción la ontología del dibujo y que, antes de morir, había empezado a trabajar con uno de los sintetizadores del Laboratorio de Música Electrónica del Di Tella.
Diseño sonoro: Fernando García y Franco Pellegrino