Eduardo Basualdo: Pupila

En esta exposición, el gran artista argentino Eduardo Basualdo (n. Buenos Aires, 1977) nos invita a realizar un viaje imaginario a través de las profundidades de la mente humana. Comparte generosamente, a través de decenas de dibujos, sus investigaciones sobre el poder de la mirada como acción constituyente del proceso de desarrollo humano, pero también como acción performativa y, por lo mismo, transformadora de la vida –o, más específicamente, de las relaciones humanas–. ¿Cómo es el mar que nos habita? ¿Quiénes pululan por nuestros abismos? ¿Cómo visualizar dichas imágenes? En Pupila, el artista comparte su extenso proceso de investigación, del que dice “¡Es un proceso que podría hacer cada uno!”, y con tales palabras invita al público a un fascinante viaje introspectivo.

Las grandes catástrofes tienen la capacidad de deshacer las murallas, o membranas, que separan a una persona de otra y el mundo interior del exterior. El ojo del artista se vuelca hacia afuera para contemplar las mismas figuras que hasta entonces anidaban apenas en sus pesadillas en lo más recóndito de su imaginación, como si las cavernas del cerebro no pudieran ya contener ese maligno hervor. Y entiende en ese momento que esas imágenes no le pertenecen enteramente, que surgen del fondo atávico de todas las generaciones precedentes que en la estela de sus desesperadas migraciones nos dejaron como legado la espuma de su terror. La incapacidad de saber hacia dónde se mira conlleva el más insidioso de los tormentos. Para salir de esta irrealidad, el artista lo baja al papel: traza, con tinta, lápiz o carbón, signos que no se borrarán antes de ser descifrados, como lo escrito en el agua de los sueños, trazos que pueden mirarse y volver a mirarse, y que otros tal vez también mirarán, y entenderán incluso mejor que él. Un llamado toca a la puerta desde el futuro. La recompensa no será el despertar de la pesadillas, sino apenas la ínfima y preciosa facultad de distinguir lo que es pesadilla de lo que no.

Curaduría: Victoria Noorthoorn, con la colaboración de Alejandra Aguado y Clarisa Appendino

Eduardo Basualdo nació en 1977, en Buenos Aires, ciudad donde reside actualmente. Estudió Bellas Artes en el Instituto Nacional de Artes Visuales (UNA) y continuó su formación en diferentes becas de estudio nacionales e internacionales, como la Beca Kuitca (Buenos Aires, Argentina), la Scowhegan School of Painting and Sculpture (Maine, Estados Unidos) y la SAM Art Project (París, Francia). Ha participado en eventos en instituciones públicas y privadas de distintas ciudades del mundo. En 2014, exhibió su obra Teoría (La cabeza de Goliat) en el Palais de Tokyo, París, y fue seleccionado por el curador Okwui Enwezor para participar en la 56ª Bienal de Venecia (2016). También participó en la Bienal de Gwangju (2014), la Bienal de Lyon (2011), la Bienal del Mercosur, en Porto Alegre (2009) y la Bienal de Pontevedra (2006). Su obra forma parte de diferentes colecciones públicas y privadas, que incluyen: Hirshhorn Museum, Washington D.C.; Musée d´Art Contemporain de Lyon; Musée des Beaux-Arts de Montreal; Musée d´Art Contemporain de la Haute-Vienne; Château de Rochechouart, Rochechouart; Les Abattoirs, Musée – Frac Occitanie, Toulouse; CiFo (Cisneros Fontanals Art Foundation), Miami; Museo de Arte Moderno de Buenos Aires; Banco Supervielle, Buenos Aires; Adrastus Collection, Arévalo; y Juan y Patricia Vergez, Buenos Aires. Es miembro del colectivo de experimentación artística Provisorio-Permanente.

Retrato - Eduardo Basualdo

Pupila es la primera exposición individual de Eduardo Basualdo (Buenos Aires, 1977) en un museo del país. La exposición reúne por primera vez diferentes momentos de la producción del artista, en los que es posible apreciar las ideas que investiga desde los inicios de su carrera, los diferentes lenguajes –como la instalación y los objetos– en los que se manifiesta su obra, el interés por la naturaleza del espacio y la arquitectura, el dibujo y su poder dramático y narrativo. Pupila, compuesta principalmente por una serie de dibujos inéditos y una gran instalación, convierte a la sala del museo en un sendero que permite realizar un viaje imaginario a través de las profundidades de la mente humana. El artista comparte generosamente, a través de decenas de dibujos, sus investigaciones sobre el poder de la mirada y su acción transformadora de la vida y de las relaciones humanas.

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