por Adriana Fernández
Este mes abriré este espacio para infancias y libros con un homenaje a todas las trabajadoras del mundo editorial, mujeres colegas que hacemos libros mientras libramos batallas y festejamos cuando podemos.
Elegí invitar a tres artistas plásticas, ilustradoras de libros para niños y niñas. Cerré los ojos y aparecieron estas tres mujeres, pero cuando los volví a abrir se me ocurrieron otras treinta por lo menos, todas maravillosas. Aunque fue difícil elegir solo a tres, les presento a las artistas de mi primer parpadeo: María Verónica Ramírez, Pilar Centeno y Eugenia Nobati. A todas les hice las mismas preguntas.
1-¿Qué fue lo primero que quisiste dibujar? Puede ser lo primero que recuerdes haber dibujado cuando eras chica, o cuando comenzaste a ilustrar en forma profesional. 2-¿Qué es lo que no dibujarías bajo ningún concepto o no aceptarías de un trabajo por encargo?
Pasen y vean…
1- “Es difícil recordar qué fue lo primero que quise dibujar porque dibujo desde siempre. De chica quería ser pintora; una pintora sublime, renacentista o impresionista. Pienso que aquellas fueron épocas en las que me hubiera gustado nacer…
Siempre tuve un fuerte deseo de expresarme y tener ideas. Dibujar mis propias cosas, dibujarme a mí misma, dibujar el mundo y representar mi mirada sobre él. Ahora tengo el enorme privilegio de hacerlo, sobre todo a través de Monstriña, mi personaje”.
2- “Son muy selectos los trabajos que hago a la hora de ilustrar cosas de otros. Lo hago exclusivamente con cosas con las que me siento profundamente identificada. Tampoco haría algo que, a conciencia, pudiese lastimar a alguien”.
1- “Recuerdo que lo primero que intenté dibujar empecinadamente fueron rostros, con una dedicación especial puestos en los ojos. Amo dibujar ojos, o mejor dicho, amo dibujar formas de mirar. Muchas veces participo al espectador en este juego, dirigiendo esa mirada hacia él. Otra cosa que siempre me cautivó y me ayudó mucho al momento de narrar con imágenes es dibujar personajes «sumergidos» en su hábitat, mostrar esa conexión fuerte que existe con los espacios y objetos que habitamos y que nos habitan”.
2- “Mis límites a la hora de ilustrar tienen más que ver con las ideas que con los temas. Aunque algunos me atrapen más que otros, no hay temas que no pueda ilustrar. Pero sí hay ideas que no podría expresar en una ilustración por encargo: ideas sobre la vida que vayan totalmente en contra de lo que soy, pienso o siento, de mis principios o de mi forma de ver el mundo. No podría representar una idea que me dé rechazo o que me parezca nociva de alguna manera”.
1- “No puedo recordar exactamente qué fue lo primero que quise dibujar, supongo que porque es algo que vino mezclado con quien soy desde siempre. Sin embargo, cuando en la adolescencia empecé a entender que dibujar era parte de mí, mi tema constante era la figura humana y, en realidad, todo lo que tiene vida, pero particularmente los cuerpos. En eso no he sido original.
Para mí, era y es un placer grande modelar con líneas del lápiz una forma viva. Desde siempre me gustó entrelazar formas, probablemente porque así se vuelven más orgánicas.”
2- “Obviamente, Jamás dibujaría temas racistas o sectarios de ninguna índole, pero tampoco negadores de lo que la razón y la ciencia han comprobado empíricamente, porque creo que sería colaborar con un regreso al oscurantismo muy peligroso.
Si consideramos cuestiones menos dramáticas, tiendo a rechazar los temas moralizadores o aleccionadores. A veces la línea divisoria es muy sutil, pero, al trabajar en libros para niños, prefiero evitar especialmente los que están pensados como herramientas adoctrinadoras.
Recibí hace poco el ofrecimiento de ilustrar una versión “vestida” de un cuento popular africano, en el que originalmente los personajes no llevan ropa. Rechacé amablemente el pedido porque sentí que era contrariar parte del espíritu del original con un mensaje de ocultamiento del cuerpo que considero nocivo”.