Los Programas Públicos, que forman parte del Departamento de Curaduría, amplían los contenidos de las exposiciones y generan espacios para la discusión, reflexión y difusión del arte moderno y contemporáneo argentino a través de diversas actividades. Con curaduría a cargo del periodista y crítico cultural Fernando García, los Programas Públicos fomentan una experiencia enriquecedora para el público que asiste al diálogo de artistas de distintas disciplinas, teóricos e intelectuales del arte y la cultura con las obras exhibidas en el Moderno.
El jueves 23 y el viernes 24 de octubre, la dramaturga Mariana Obersztern y la actriz y performer Agustina Muñoz estrenaron en el auditorio del Museo su pieza Actriz.Moderno.Periferia, comisionada por Programas Públicos para el ciclo Exposiciones en cartel.
Desde un escritorio, Obersztern asumía la voz del texto como si controlara los movimientos de Muñoz, quien se desdoblaba entre la escena física y su propia imagen en video. Con un dispositivo minimalista de iluminación, el desarrollo de la pieza transitaba entre la puesta al descubierto del mecanismo teatral y un clima onírico subrayado por la canción pop “Lychee”, del músico sueco Jay-Jay Johanson. En la puesta, resultó sorprendente la presencia de Hortensia Bruno, una actriz de trece años que tuvo la virtud de sacudir por un instante la lógica interna del texto.
El sábado 27 de septiembre, el grupo Piel de Lava desbordó el auditorio del Moderno con un espectáculo que había agotado las entradas varios meses atrás. En el marco de la exposición Esto Es Teatro. Once escenas experimentales: del Di Tella al Parakultural, las actrices Pilar Gamboa, Elisa Carricajo, Laura Paredes y Valeria Correa reconstruyeron la historia de Gambas al Ajillo, reinas de la escena under nucleada en el Centro Parakultural, en una obra comisionada por el Museo.
Así, mientras Verónica Llinás, Alejandra Flechner, María José Gabin y Laura Markert contaban desde la pantalla de video sus peripecias en el under, las Piel de Lava asumían su genealogía desde el escenario. Al llevar al absurdo la imposibilidad cronológica de haber visto a las Gambas, las creadoras de Petróleo y Parlamento, entre otras obras, trajeron el under de los años ochenta de regreso, en dos funciones que fueron pura fiesta. Como testimonio imborrable de este encuentro, quedó la imagen de las ocho actrices, fundidas en un abrazo-pogo sobre el escenario. En un gesto que llevaba la cadena genética de la comedia todavía más atrás, las funciones cerraron con la proyección de la genial Niní Marshall cantando “Palomita blanca” en un estudio de radio.
Los días 2, 3 y 4 de octubre, se llevó a cabo el Simposio Internacional Teatrismo, un espacio de debate y reflexión en el marco de la programación anual del Museo Moderno, dedicada a los vínculos entre el arte contemporáneo y el teatro en sus episodios más radicales, de 1965 y el underground a los años noventa. Teatrismo fue realizado en colaboración con la Crikoteca y el Instituto Adam Miskiewitz de Polonia, ya que una de sus premisas fue poner en valor la influencia de Tadeusz Kantor en la escena teatral porteña de los años ochenta.
El simposio fue abierto por Victoria Noorthoorn, directora del Museo, y continuó con una conversación entre Alejandro Tantanián, curador de teatro del Moderno, y los dramaturgos Federico León y Brai Kobla. La presencia luminosa de Norman Briski trajo a Teatrismo el aura del Di Tella y su experiencia con Víctor García, excepcional director argentino cuya figura fue rescatada en la exposición del Moderno Esto es Teatro. En la segunda jornada, se destacaron las ponencias de los especialistas polacos Małgorzata Paluch-Cybulska, Jarosłav Lubiak y Małgorzata Ludwisiak, y una entrevista pública de Alejandro Cruz con Emilio García Wehbi y Ana Alvarado, integrantes de El Periférico de Objetos. En el transcurso de las tres jornadas, se proyectó la obra Angela, de Susanne Kennedy, y una selección de documentales sobre Tadeusz Kantor.
El lunes 6 de octubre, en el auditorio del Moderno, como cierre de la exposición Un día en la vida, la pintora Valentina Quintero presentó ante el público la constelación de influencias estéticas de su obra, acompañada por Raúl Flores, curador de la exposición, y Fernando García, curador de Programas Públicos.
Desde modelos de la pintura clásica hasta el cómic y desde diseñadores de moda de vanguardia hasta las estrellas pop, Valentina descubrió referencias ocultas que expanden la mirada sobre su trabajó, capaz de ofrecer una versión contemporánea y queer de artistas como Alfredo Guttero y Ricardo Carpani. La artista mendocina hizo de cada imagen un argumento contundente de cómo y por qué pinta en los años veinte del siglo XXI, a partir de la construcción de una estética que pude considerarse un señalamiento generacional.
El jueves 9 de octubre, los artistas de la exposición colectiva Tramoya llevaron a cabo una experiencia que los convirtió en intérpretes y guías de las obras de sus colegas. Así, Leila Tschopp abrió el juego leyendo un collage de citas y reflexiones propias acerca de la obra de Verónica Gómez, que ocupa una de las paredes de la sala en el segundo subsuelo del Museo.
Luego, Ayelén Coccoz y Antonio Villa intercambiaron roles, al estilo de un viejo show de televisión. En el centro de la sala, los dos artistas respondieron un cuestionario común y hasta lucieron atributos y objetos de la infancia, en un acto que bordeó lo teatral. En el cierre, frente a la pintura mural de Tschopp, Verónica Gómez recurrió al género epistolar para echar luz sobre la estética de su amiga, con quien terminó esta inusual recorrida fundida en un abrazo.
El jueves 16 de octubre, en el auditorio del Moderno, el pintor Eduardo Stupía y la actriz Noemí Morelli reconstruyeron El Plauto, una puesta en escena de Roberto Villanueva que se estrenó en el teatro Estrellas en 1977. Stupía, que ingresó al elenco como percusionista y coreuta, repasó el programa y recordó los personajes, las canciones y los números en los que se dividía esta particular pieza que llegaba a durar hasta cuatro horas. “¡Nos pedían un bis como en un concierto de rock, pero no teníamos bis!”, exclamó Morelli al describir el fenómeno causado por esta versión del texto del español Carlos Trías. El encuentro de Programas Públicos recuperó un eslabón perdido entre el CEA (Centro de Experimentación Audiovisual) del Di Tella y la escena underground, en sintonía con las escenas del teatro experimental destacadas por la exposición Esto es Teatro.
Los días jueves 21, viernes 22 y sábado 23 de agosto, en la tercera edición del ciclo Exposiciones en cartel, se presentó el estreno de la ópera Nada más viejo, escrita por el actor y dramaturgo Rafael Spregelburd, con música original y diseño sonoro de Zypce. En esta experiencia teatral sobre la legendaria fundación del Museo Moderno, que agotó tres funciones en el auditorio, Spregelburd & Zypce se pusieron en la piel de dos folcloristas a cargo de una velada por los cien años del nacimiento de Rafael Squirru. En el segundo acto, llevaron al público al buque Yapeyú, en el que dieron la vuelta al mundo 53 obras en la Primera exposición flotante de cincuenta pintores argentinos. Spregelburd asumió el rol del capitán y Zypce, el de uno de los comisarios de a bordo, en una obra que, a través de esta aventura que dio origen al Museo, revisa desde la ficción la ruptura abierta por el arte moderno en el siglo XX. En la pantalla de video, se vieron las únicas fotos del buque con las obras elegidas por Squirru, consignadas en el cuaderno de bitácora del viaje que escribió Teresa Baratta, una de las azafatas del barco.
El jueves 7 y el viernes 8 de agosto, en el auditorio del Moderno, la actriz Cristina Banegas presentó su obra unipersonal Molly Bloom, basada en el último capítulo de Ulises, la novela de James Joyce que marcó el pulso de la literatura del siglo XX. Ubicada sobre un telón pintado por el artista Juan José Cambre, descalza, Banegas convirtió su cuerpo en una avalancha de palabras que sacudieron al espectador con observaciones sobre sexo y poder en una Dublín universal y contemporánea. Estas dos funciones a sala llena formaron parte del ciclo Exposiciones en cartel, una iniciativa de Programas Públicos en diálogo con las exposiciones Esto es Teatro y Máquina Teatro. En el cierre, la actriz, reconocida por su compromiso social, instó al público a manifestarse en defensa de las instituciones culturales y los sectores sociales que se encuentran desfinanciados y desfavorecidos.
Fotos: Guido Limardo
El sábado 24 de mayo, el artista Jorge Miño presentó El vientre del artista, una combinación de conferencia audiovisual y entrevista pública con la participación de Fernando García, curador de Programas Públicos del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Ante un auditorio colmado, Miño explicó de qué manera nació y se desarrolló el trabajo que desembocó en La cuarta pared, su primera exposición individual en el Museo, con curaduría de Raúl Flores. Miño contó cómo un vuelo retrasado en el aeropuerto de Heathrow (Londres) terminaría convirtiéndose en una obsesión iconográfica: las escaleras. Entre la arquitectura y la fotografía, el artista encontró una estética propia que, en cada obra, termina de tomar forma en su laboratorio digital de posproducción. Durante la entrevista, se proyectaron imágenes de sus series desde 2011, en sintonía con obras de la vanguardia del siglo XX como Desnudo bajando una escalera (Marcel Duchamp) y Blanco sobre blanco (Kazimir Malevich).
Fotos: Julián Bongiovanni
Con esta versión en clave de ópera contemporánea del legendario LP de Jorge de la Vega, El Gusanito, el dúo Lolo y Lauti abrió el ciclo Exposiciones en Cartel, una nueva propuesta de Programas Públicos en el marco de la programación 2025: Arte es teatro. Se realizaron cuatro funciones a sala llena los días 15, 16 y 17 de mayo en las que la cantante y performer Daiana Rose les puso voz y cuerpo a las diez canciones del LP, en el mismo orden en que habían sido editadas por el sello Olympia en 1968. Inmersa en el imaginario visual camp de Lolo y Lauti, con la dirección musical de Hana Ciliberti, Daiana Rose le dio nuevos sentidos a las letras de De la Vega y demostró, así, su absoluta actualidad y vigencia. El estreno de El Gusanito dejó abiertas las puertas del auditorio del Museo para las próximas Exposiciones en Cartel, un espacio híbrido entre las salas de arte y el escenario teatral.
Fotos: Guido Limardo
El jueves 20 de febrero se llevó a cabo esta doble presentación para cerrar Solo las piedras recuerdan, la exposición de Martín Legón curada por Francisco Lemus en la que el artista presentó su propia exploración de los usos de la inteligencia artificial en la cultura visual contemporánea. Inspirados en las obras de la exposición, Legón y Jorge Macchi —que en 2013 realizó la recordada exposición Container, en el Moderno— presentaron una Pinacoteca Incierta, selección de imágenes que eligieron en conjunto. En el cierre de este encuentro, la reconocida ensayista Graciela Speranza brindó una conferencia magistral en la que, a partir de las obras de Legón y otros artistas internacionales, acercó al auditorio inquietantes preguntas sobre el futuro. En una cita al filósofo alemán Martin Heidegger, Speranza aconsejó tener “serenidad” ante la duplicación de la vida que produce la tecnología digital.
El jueves 12 de diciembre, la reconocida dibujante y autora Isol Misenta cerró el calendario 2024 de Programas Públicos con un show de su faceta menos transitada: cantante solista de un repertorio que preserva como un tesoro y que, muy de vez en cuando, presenta en vivo. En formato de trío junto con Nicolás Cecinini (teclados y procesos de audio en vivo) y Julián Horita (guitarra eléctrica), Isol conmovió a un auditorio ávido de su performance con una voz que viaja del susurro al grito. La lista de canciones fue pensada por la artista en función de dos exposiciones que la interpelan como autora: El aprendizaje infinito y Dibujar es crear mundos. A lo largo del show de una hora, Guadalupe Marín completó con su retroproyector el concepto de Isol, superponiendo transparencias para dar vida a un collage en tiempo real, con imágenes tomadas de su archivo y algunas obras de las exposiciones mencionadas. Isol se refirió al light show de Marín como “magias” y no se equivocó en absoluto. Esta vez, sí fue todo magia.
El sábado 7 de diciembre, el grupo de improvisación Voley ejecutó una jam de cuatro horas en la sala central de Ofrenda, la exposición de Celina Eceiza. Con base en Mar del Plata, los músicos Mariano Ullúa, Mariana Pellejero, Nahuel Agüero y el artista Ernesto Ballesteros trabajaron con atmósferas hipnóticas para darle a la arquitectura blanda de Eceiza un marco sonoro ambiental imprevisible. Con la combinación de bases electrónicas, bajo, guitarra criolla y teclados intervenidos por efectos, más las vocalizaciones amorfas de Ballesteros, pusieron a la sala en estado de trance. Los visitantes se dejaron llevar, recostados en las piezas blandas desperdigadas en Ofrenda. Confort y música para volar, en un cruce entre las raíces psicodélicas de la estética de Eceiza y la forma libre de Voley.
El jueves 5 de diciembre en el auditorio del Moderno, se cerró el programa de actividades en celebración de los cien años del nacimiento de la escultora María Juana Heras Velasco. Para la ocasión, se exhibió el tríptico Homenaje a Allen Ginsberg (1977) y se proyectó la carta que la artista argentina le escribió al poeta beat estadounidense a partir de la inspiración que le causó uno de los versos de “A un viejo poeta en el Perú” (1960). La voz del propio Ginsberg recitando aquello de “mi rock and roll es el movimiento de un ángel volando en la ciudad moderna” abrió este encuentro de los Programas Públicos en el que se cruzaron poesía y escultura. Fernando García realizó una breve introducción sobre la difusión de Ginsberg en Buenos Aires en los años sesenta, María José Herrera contextualizó la obra de Heras Velasco en la tradición concreta argentina, Victoria Lopresto presentó el trabajo realizado por el Taller Archivo Heras Velasco, y Fernanda Heras, sobrina de la escultora y directora del archivo, analizó la síntesis y la abstracción de la iconografía del ángel desde el pre-Renacimiento a la modernidad que Heras Velasco realizó en su obra.
El 29 de noviembre, el artista sonoro Alan Courtis, miembro del grupo Reynols, realizó una instalación sonora para la exposición El ritmo es el mejor orden, de Sofia Bohtlingk. El papel del sonido es una obra generada con sonidos electrónicos provenientes de diversos osciladores, que pone énfasis en las frecuencias que están alrededor de los 60 Hz. Estas frecuencias son reproducidas por parlantes frente a los que se colocaron dos dibujos abstractos de Bohtlingk elegidos por Alan Courtis. De este modo, las dos obras de la artista (una de ellas no expuesta en el museo) vibran según las alteraciones de las frecuencias amplificadas de manera desfasada, para crear un efecto de extrañamiento auditivo en el ambiente. Los dibujos de Bohtlingk devienen, entonces, piezas de percusión. La experiencia se desarrolló los jueves 5 y 12 de diciembre.
Como cierre de la inauguración de la exposición Especulaciones, la artista Onome Ekeh fue entrevistada en el auditorio del museo por la periodista cultural y analista internacional Hinde Pomeraniec. Frente a las proyecciones de obras que forman parte de la exposición, el diálogo, con traducción simultánea de Marita Propato, echó luz sobre los orígenes artísticos de Ekeh en Nigeria y sus referencias a la cultura y la historia de su país presentes en las obras digitales y los videos que se exhiben en el Moderno. Ekeh definió su postura frente al lugar en el que son encasillados los artistas y escritores afroamericanos y describió de qué modo la tecnología está de su lado para reimaginar el pasado de un continente devastado tras los procesos de colonización y extractivismo. Lejos de renegar de la IA, Ekeh dejó un título que es puro signo de los tiempos: “El problema no está en la tecnología, sino en la cultura en la que vivimos”. A sala llena, la artista, que exhibe por primera vez en la Argentina, se retiró con un aplauso cerrado.
El sábado 26 de octubre, la coreógrafa y bailarina Alina Marinelli realizó una sorprendente performance siguiendo las instrucciones de la obra Incidente, un hito en la exposición El acto imprevisto, del artista salteño Javier Soria Vázquez. Este tríptico monocromo con tres líneas que representan notas musicales (la, re y fa) solo se completa cuando el público sigue las líneas con sus dedos sobre el lienzo y tres violinistas tocan cada nota de acuerdo con la intensidad de los gestos. La escena se repitió todos los sábados, entre las 17 y las 18, desde la inauguración de la exposición, con mucho entusiasmo del público y los músicos. Con motivo del cierre de la sala, Programas Públicos le pidió a la coreógrafa Marinelli que expandiera la idea original de Soria Vázquez. Ayudada por una cinta blanca, Marinelli prolongó la línea blanca del tríptico en distintas partes de su cuerpo, convertida en partitura de la pieza. El público que asistió al Museo quedó imantado por su presencia y su capacidad de generar formas geométricas con su cuerpo. Al interpretar los movimientos de la línea extendida, se produjeron combinaciones inauditas entre los violines, que incorporaron las propuestas de la coreógrafa con intensos glissandos ascendentes y descendentes hacia cada tono. Una experiencia de pintura, música y danza aleatoria e inesperada.
El jueves 10 de octubre, la crítica Laura Isola realizó un recorrido en tres estaciones por el mural Soñar a borbotones, de Alberto Passolini, que se extiende desde el hall de entrada del Moderno hasta el segundo subsuelo, como parte de la exposición Dibujar es crear mundos. Isola revisó las conexiones entre el muralismo revolucionario y el concepto de salpicadura, con la que el expresionismo abstracto cambió las coordenadas del arte moderno en los años cincuenta. Con la presencia de Passolini y Raúl Flores, curador del mural y de la exposición colectiva, Isola empezó su recorrida con una presentación general de la obra, para luego detenerse en un descanso de la escalera y finalizar junto a la biblioteca del Museo y frente a los dibujos de pequeño formato de Passolini, ya dentro de la exposición. El público pudo descifrar así la iconografía voluptuosa y lúdica de la obra.
El sábado 5 de octubre, el artista Tomás Espina abrió las puertas de su obra Un Museo Popular de Arte Argentino, un acervo alternativo dentro de la exposición El Aprendizaje Infinito. Espina realizó un detalle pormenorizado de los distintos sectores de este museo dentro del Moderno para un público atento y sorprendido por las estrategias del artista. Así, señaló los grabados con escenas clave del arte argentino, la serie de máscaras con referentes de la escena y las 31 pinturas de todo el país dedicadas a la cena en la que Federico Manuel Peralta Ramos invirtió el dinero de la beca Guggenheim. La visita guiada por el artista que a la vez es coleccionista y curador de este particular museo abrió también el debate sobre la figura del autor en la cultura visual popular.
El sábado 28 de septiembre, en la exposición El aprendizaje infinito, el artista cordobés Lucas Di Pascuale presentó su libro Asterisca, una “publi” (como él mismo la definió) que recupera su pensamiento como docente de dibujo en Córdoba. Con pancartas que ilustraban las imágenes y postulados de su libro, Di Pascuale iluminó las características contemporáneas del dibujo. El artista se ubicó en el centro del círculo que recibe a los visitantes en la sala B, un ambiente íntimo y concentrado, donde fue acogido por un público atento a su pensamiento, presente en las casi cuarenta obras de su autoría que forman parte de la exposición curada por Jimena Ferreiro y Alfredo Aracil.
El miércoles 11 de septiembre, Eduardo Stupía, artista, docente y referente del dibujo en la escena argentina, agotó la capacidad del auditorio del Moderno con su conferencia “En busca del trazo perdido”. En casi dos horas, Stupía se valió de alrededor de doscientas imágenes para reflexionar sobre la motivación que nos lleva a comunicarnos a través del dibujo antes de tener ninguna experiencia artística. O acaso, postuló Stupía, “la consumación de un artista sea recuperar aquel trazo perdido”. Picasso, Rembrandt, Minujín, León Ferrari y Paul Klee, entre muchos y muchas artistas más, le sirvieron como casos de estudio para su ensayo en vivo. En este Programa Público, Stupía entabló relaciones entre las exposiciones El aprendizaje infinito y Dibujar es crear mundos.
El viernes 16 de agosto, el dúo formado por Cecilia Biagini (violín) y Federico Orio (percusión y bombo legüero) presentó la performance Timbre, nombre que también lleva el único álbum que hicieron, grabado entre Brooklyn y Mar del Plata y dedicado a la memoria de Rosario Bléfari. Un set imprevisible, en el que Biagini, también artista visual, abandona la función instrumental del violín para seguir con el arco y el cuerpo los desafíos que le propone el percusionista. Durante poco más de cuarenta minutos, Biagini y Orio hechizaron a una platea dispuesta en forma circular por la que los músicos circulaban ajenos a los límites de un escenario. Detrás, en la pantalla del auditorio, los movimientos de la bailarina Ana Kamien, filmados para un corto de 1970 considerado la obra pionera de la videodanza, se correspondían con el sonido abstracto del dúo. Timbre tiene solo siete copias editadas, algunas de ellas distribuidas en colecciones de arte privadas.
A propósito de la pintura mural Soñar a borbotones, el sábado 10 de agosto el curador de Programas Públicos Fernando García entrevistó en el auditorio del Moderno al artista Alberto Passolini con la participación de Raúl Flores, curador de la exposición Dibujar es crear mundos en cuyo ingreso finaliza este mural que comienza en el hall del museo. Se trató de una puesta en escena de la educación visual de Passolini quien aseguró que su único paisaje de la infancia estaba en la televisión antes que en la naturaleza. Así, se dispuso una escenografía de living con televisor incluído pero con las imágenes fluyendo en la pantalla del auditorio tal como si Passolini hubiera descargado sus memorias visuales desde un pen drive. Se vieron desde piezas publicitarias vintage (lámparas de lava, lavarropas automáticos, una coupé Chevy) a escenas de films y programas de la televisión. En el cierre, el artista realizó un sorteo performático de pequeñas sorpresas para el público.
En el marco de los Programas Públicos, las Visitas Desorientadas son una actividad que se destaca desde 2022 por darle una vuelta de tuerca a un género clásico de los museos, como es la visita guiada. El sábado 3 de agosto, el escritor Martín Kohan fue invitado a recorrer junto al público la sala central de la exposición Moderno y Metamoderno. Kohan empezó la recorrida en la entrada de la exposición con un breve ensayo sobre la modernidad, al que le siguieron once ensayos inéditos de su autoría sobre Tomás Maldonado, Guillermo González Ruiz, Oscar Smoje, Juan Pablo Renzi, Kenneth Kemble, Alberto Heredia, Ricardo Carpani, Antonio Berni y León Ferrari, que leyó junto a las obras de estos artistas. Luego de escuchar su interpretación tan particular sobre estas piezas y sus circunstancias históricas, el público siguió al autor de Museo de la revolución hasta la puerta del histórico edificio sobre la avenida San Juan, donde terminó su Visita Desorientada con una reflexión sobre las orillas de la ciudad.
Los jueves 11 y 25 y los martes 16 y 30 de julio, el auditorio del Moderno se convirtió en el escenario de Jérôme Bel, una autobiografía estética del coreógrafo francés homónimo que renovó la danza contemporánea desde los años noventa hasta el presente. Dado que el artista dejó de viajar alrededor del mundo con su compañía para no impactar en la huella de carbono, la actriz argentina Maricel Álvarez tomó su rol en esta puesta. Fueron cuatro funciones a sala llena en las que, mediante sus anticoreografías (Shirtology, Show must go on y Gala, entre otras) proyectadas en la pantalla, Jérôme Bel, a través de la interpretación de Maricel Álvarez, expuso las claves estéticas y políticas de su programa artístico. En el cierre de la última función, Maricel Álvarez dialogó con Victoria Noorthoorn, directora del Moderno, y Federico Igarzábal, director del FIBA, donde esta pieza había sido estrenada en 2023.
En sintonía con la exposición El aprendizaje infinito, curada por Jimena Ferreiro, Programas Públicos invitó el viernes 28 de julio al historiador José Emilio Burucúa y a la artista Diana Aisenberg, para que dieran conferencias públicas en el auditorio del Museo Moderno. Reconocido por sus investigaciones en el campo de la iconología, Burucúa dio una charla magistral sobre el camino de las atribuciones en la historiografía del arte. Desde la Venus de Botticelli a las distintas representaciones de La Cena de Emaús, Burucúa desplegó su erudición mostrando cómo en aquel tema bíblico podían encontrarse resonancias con dramas del siglo XX, como el genocidio nazi o la desaparición de personas durante la última dictadura militar argentina. Por su parte, Aisenberg llevó adelante una vibrante puesta en escena del Método Diana Aisenberg, un espacio donde conviven la artista con la educadora desde una perspectiva que ha formado a buena parte de los artistas contemporáneos argentinos desde hace más de treinta años.
La jornada Ser Modernos, celebrada el 18 de julio, tuvo como fin repasar las gestiones fundacionales del museo y el origen de la Colección Pirovano, a partir del guion curatorial creado por Victoria Noorthoorn y Francisco Lemus para la exposición Moderno y Metamoderno. Desde la mañana hasta bien entrada la tarde, se sucedieron tres mesas con historiadores del arte, profesionales del Museo, artistas que participaron en la historia del Museo y artistas contemporáneos cuya obra dialoga con el legado abstracto del siglo XX de la colección permanente. Las ponencias abrieron con Pino Monkes, jefe de Conservación del Museo Moderno; el arquitecto y diseñador Martín Huberman, y la pintora Gilda Picabea, quienes revisitaron la Colección Pirovano desde distintas perspectivas. Luego le tocó el turno a “La estrategia Squirru”, con la participación de los historiadores Florencia Qualina y Leandro Martínez Depietri y los artistas Pedro Roth y Miguel Harte. El cierre, centrado en “El método Parpagnoli”, contó con una disertación de la historiadora Berenice Gustavino, el testimonio del artista rosarino Norberto Puzzolo, quien recordó su encuentro con Sol LeWitt en Buenos Aires, y la presencia de Laura Buccellato, directora del Museo entre 1997 y 2013. A lo largo de toda la jornada, el auditorio tuvo acceso a imágenes históricas de los primeros años del Moderno, entre 1958 y 1969, con vistas de sala y público tal como se veía durante su paso por el octavo piso del Teatro San Martín. Las mesas fueron moderadas por Fernando García, curador de Programas Públicos del Moderno.
En el marco de la exposición A 18 minutos del Sol, una entrevista pública vía Zoom presentó el trabajo de la ingeniera O’Farrell en el Jet Propulsion Laboratory, de Pasadena, Estados Unidos, donde trabaja desde hace diez años. Como parte del equipo que impulsa la exploración de Marte, O’Farrell historiza la participación de la mujer en la carrera espacial y los logros de la Argentina en la materia. Una coproducción entre el Moderno y la agencia aeroespacial estadounidense.
En junio de 1970, el Instituto Di Tella cerró sus puertas con la última función de María Lucía Marini es Marilú Marini, su segundo espectáculo solista en el lugar en el que había debutado con Danse Bouquet cinco años atrás. El 6 de diciembre de 2023, las bailarinas y coreógrafas Bárbara Hang y Ana Laura Lozza fueron invitadas por Programas Públicos para reeditar aquella última danza a partir de apenas algunas piezas de archivo. Sin fotografías ni filmaciones disponibles, Hang y Lozza recuperaron la música original del evento (Chopin, Manal, Satie y The Doors, entre otros artistas) y dispusieron una escritura coreográfica sobre la sala donde se exhibía la exposición Danza actual. Experimentación en la danza argentina de los años 60. Sus movimientos se destacaban junto a las gigantografías de sus antecesoras: Graciela Martínez, Ana Kamien y la propia Marilú Marini.
El miércoles 29 de noviembre de 2023, el cineasta Andrés Di Tella presentó dos cortometrajes casi inéditos en el auditorio del Museo. La proyección de Luz de verano (2019) y Diario 6 (2021) fue programada en el marco de la exposición Juguetes rabiosos. Vanguardia y destrucción en el arte argentino de los años 60, que exploraba la relación entre las vanguardias y el cine argentino de aquella década. Luz de verano toma una escena de La terraza, de Leopoldo Torre Nilsson (1959), para llevarla a una suerte de retrato colectivo de una generación de jóvenes (Leonardo Favio, Graciela Borges y Dora Baret, entre otros) que oscilaba entre la belleza idealizada y la autodestrucción. Parte de las obras que fueron incluidas en Juguetes rabiosos está atravesada por esa misma pulsión. Entre las proyecciones, Di Tella analizó el trabajo que realiza con el archivo, los descartes de filmaciones que utiliza para sus películas y la puesta en primer plano de la basura en las obras informalistas de principios de los años sesenta.
Como parte de los programas públicos relacionados con la exposición Manifiesto verde. Imaginarios pictóricos para un mundo en emergencia. 1940-2020, el 22 de noviembre de 2023, Isabel Plante (UNSAM-CONICET) presentó un recorrido minucioso por la obra de Nicolás García Uriburu, artista faro del cruce entre arte contemporáneo y activismo ecológico. Plante analizó el recorrido de Uriburu desde sus comienzos relacionados con el pop hasta su irrupción con las coloraciones de ríos en la Bienal de Venecia de 1968 y su histórica colaboración con Joseph Beuys. Mostró también el desarrollo paralelo del land art en los Estados Unidos, con lo que abrió un abanico de imágenes y artistas que complementaron las preocupaciones temáticas de la exposición curada por Alejandra Aguado. Tal como sucedió con Manifiesto verde, esta conferencia de Isabel Plante, que se ha especializado en la diáspora de los artistas argentinos en París, fue parte de una toma de posición del Moderno respecto de las posibilidades que tiene el arte argentino para agitar la conciencia sobre la destrucción de nuestro planeta.
En el marco de la exposición Cultura colibrí. Arte e identidad en el under de los años 80 y 90, el viernes 29 de septiembre de 2023 se presentó en el auditorio del Moderno Noy a Fondo, con la participación del poeta y performer Fernando Noy, la curadora Jimena Ferreiro y el curador de Programas Públicos, Fernando García. Pensado como una entrevista pública, el encuentro derivó en la puesta en escena de un café concert. Se trató de un ejercicio museológico sobre un tipo de espacio de la noche de Buenos Aires donde la música, el teatro y el happening se entremezclaban. De las ideas del café concert se pasó luego a los sótanos y discos de los años ochenta y noventa y al actual stand up. Este tipo de actividades ponen de manifiesto la influencia que estos espacios tuvieron en las escenas artísticas de las décadas de 1960, 1980 y 1990.
Con el acompañamiento de una playlist que fue del tango al tropicalismo, la música brasileña, el rock y el folclore, Noy cautivó al público con sus historias que tejen la trama de la “cultura colibrí”. En contrapunto con las voces de Goyeneche, Elis Regina, Tanguito, Luca Prodan y Mercedes Sosa, el artista explotó su fuerza poética en la interacción con la audiencia.
En el marco de la exposición Manifiesto verde. Imaginarios pictóricos para un mundo en emergencia. 1940-2020, el sábado 16 de septiembre de 2023, se invitó a la poeta Diana Bellessi (Zavalla, Santa Fe, 1946) a recitar textos de su extenso poemario para las obras elegidas por la curadora Alejandra Aguado y la artista interlocutora invitada, Florencia Böhtlingk. Bellessi eligió ubicarse frente al mural de sitio específico realizado por Bohtlingk en una de las salas de la exposición en la planta baja del Museo.
La poeta realizó un recitado de media hora en el que su voz se convirtió en el instrumento protagonista de esta intervención sonora. Una caja de sonido fue ubicada frente a los visitantes sorprendidos por la irrupción de la poeta y su voz profunda, capaz de conmover a públicos de todo el mundo. Otra caja se dispuso en el otro extremo de la sala, para conseguir un efecto de ambientación poética que sumaba nuevos sentidos a la contemplación de las obras.
En su lectura performática de diecisiete poemas, Bellessi, una observadora lúcida y sensual del paisaje argentino, consiguió arrancar los primeros aplausos con los versos de “He construido un jardín”:
He construido un jardín como quien hace
los gestos correctos en el lugar errado.
Errado, no de error, sino de lugar otro,
como hablar con el reflejo del espejo
y no con quien se mira en él.
He construido un jardín para dialogar
allí, codo a codo en la belleza, con la siempre
muda pero activa muerte trabajando el corazón.
Deja el equipaje repetía, ahora que tu cuerpo
atisba las dos orillas, no hay nada, más
que los gestos precisos
dejarse ir para cuidarlo
y ser, el jardín.
En una presentación audiovisual, el artista Eduardo Basualdo nos sumergió en el imaginario estético de Pupila, su primera exposición individual en un museo de la Argentina, inaugurada en junio de 2022 en el Museo Moderno. Del dibujo a la instalación, Basualdo reveló el proceso creativo y las conexiones de una obra que interpela la mirada desde y hacia el arte contemporáneo. Participaron la curadora Alejandra Aguado y el curador de Programas Públicos, Fernando García.
Acompañada por Javier Villa, curador de la exposición, y Fernando García, curador de Programas Públicos del Museo, el 11 de enero de 2023 Mónica Giron descubrió ante un auditorio colmado y atento la vida secreta de las obras de su exposición antológica, pilar de Un día en la Tierra, concepto que guio la programación en 2022. Giron estableció cinco ideas nucleares desarrolladas junto a Javier Villa, a partir de las cuales sus series (del Neocriollo y los dibujos MED a sus acuarelas inscriptas en el concepto de rewilding) fueron puestas en relación con constelaciones de lecturas e imágenes diversas de la historia del arte. Así quedó expuesta la capacidad de Giron para expandir los límites del arte. Mientras desfilaban por la pantalla las obras de Enlaces Querandí, las asociaciones eran de lo más diversas. De las lecturas del Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal, a la influencia del tao, George Gurdjieff y Gilles Deleuze, Giron estableció huellas inadvertidas en su praxis, tan diversas como ilustraciones del romanticismo alemán, esculturas de Rodin e Yrurtia, y el nuevo ojo satelital de Google Earth, hasta lecturas de infancia como Winnie The Pooh (Alan Alexander Milne) o Patoruzú (Dante Quinterno). Introducida por Villa, quien explicó el concepto y génesis de la exposición, Giron inició un ciclo de charlas magistrales con el que buscamos que los artistas expongan la voz interior de su obra.
El concierto “Sakura y Cardón”, realizado el 27 de enero, fue un encuentro transcontinental de Cocaibica, proyecto musical de Mariana Baraj, Leo Camargo y Marcelo Baraj, de folclore electrónico con elementos de las culturas boliviana y argentina, y sonoridades ancestrales y modernas que invitan al baile, y el Ensemble Selene, cuarteto conformado por las artistas Song Bonggeum y Chang Jaehyo, de Corea del Sur, Mariel Barreña, de la Argentina y Hiroe Morikawa, de Japón.
En el marco de la exposición Cuerpos contacto, el 16 de noviembre de 2022, el Moderno invitó al guitarrista, cantante y compositor Richard Coleman a revisitar el halo de la noche underground de los años ochenta, una escena de la que formó parte como integrante de la primera formación de Soda Stereo y como líder de los grupos Fricción y Los 7 Delfines. Coleman realizó un show solista eventual, diseñado especialmente para dialogar con la exposición.
Contra la proyección de la obra El mundo del arte (Alberto Goldenstein), el guitarrista ejecutó un repertorio que fue desde su primera canción compuesta en 1982, “Arquitectura Moderna”, hasta su legendaria versión de “Heroes”, un clásico de David Bowie de 1978. Así, fue creando verdaderos retratos sonoros a medida que sus soundscapes coincidían con las fotografías de Alfredo Prior, Jorge Gumier Maier, Marcelo Pombo y María Moreno, entre tantos otros. Acompañado apenas por su guitarra y una pedalera de efectos, Coleman creó un ambiente sonoro hipnótico que, dada su imprevisibilidad, se transformó en una obra site specific. El final fue memorable. Con las reverberaciones de “Heroes” sonando en la sala, Coleman guio al público hasta el primer piso, para terminar su concierto bajo el arco de la discoteca Ave Porco exhibida como parte de la obra de Sergio De Loof, que forma parte del acervo del Museo.
El 12 de noviembre de 2022 en la sala de exhibición de la exposición Cuerpos contacto, el poeta, actor y performer Fernando Noy llevó a cabo la primera de las “Visitas desorientadas”, un ciclo que se propone reformular un género museístico tan clásico como la visita guiada. Noy es testigo y protagonista de muchas de las obras que se muestran en la sala, y su imagen de los años ochenta se puede ver en una fotografía junto a Batato Barea y Alejandro Urdapilleta en la obra El mundo del arte, de Alberto Goldenstein, también presente en la exposición.
“Montado” para la ocasión, Noy reunió al público en el centro de la sala para un recorrido por la exposición muy distinto al habitual. Con el histrionismo único que lo caracteriza, repasó su historia a partir de sus vínculos con el hippismo (que también se ve en la sección psicodélica de la exposición), el tropicalismo brasileño (esa misma semana había muerto Gal Costa) y con el underground porteño, en el que hizo especial foco. El público seguía sus movimientos como si estuviera frente a una pitonisa capaz de anticipar el futuro desde el pasado. Desde los detalles ocultos en las obras de Emeterio Cerro hasta el emocionado final con el recuerdo de Batato Barea, Noy fue una suerte de linterna capaz de iluminar los sótanos del under.
Con la participación del crítico y escritor Daniel Molina (muy seguido en X como @rayovirtual), Francisco Lemus, uno de los curadores de la exposición Cuerpos contacto, y Fernando García, curador de Programas Públicos del Museo, repasaron algunas obras y artistas del tránsito under de los años ochenta a los noventa. Molina fue protagonista de aquella escena como periodista de la revista El Porteño, el único medio que descendía a los sótanos, y director del Departamento de Letras del Centro Cultural Rojas. Detrás de las imágenes de Batato Barea, las fotografías de la obra El mundo del arte (Alberto Goldenstein) o flyers de Los Redondos, Molina se encontraba como testigo y a la vez analizaba en perspectiva la esencia del under. “Fue el único momento en el que el arte ejecutó la utopía de estar fuera del mercado porque a nadie le interesaba lo que hacíamos”, dijo. La conversación estuvo anclada en una proyección que incluyó un fragmento de un show de Virus en Obras en 1984 y la última noche del Parakultural, con Batato, Urdapilleta y Tortonese aplaudidos, al mismo tiempo en el registro de archivo y en el auditorio del Moderno.
En el pasillo donde se exhibió Baile fantástico, el artista Cartón Pintado analizó su obra desde una perspectiva histórica para revelar la presencia del grotesco argentino en su ADN. Fernando García, curador de Programas Públicos del Moderno, guio un recorrido por imágenes de otros artistas que se reflejan de distinta forma en la obra de Cartón. Luego de repasar la influencia que tuvieron en su infancia las películas de Disney y el animé japonés, Cartón habló acerca de Florencio Molina Campos, Antonio Berni, Pablo Suárez, Marcia Schvartz y Marcos López. De esta manera, el artista y el museo interactuaron en tiempo real y frente al público para demostrar la pertenencia de esta exposición a un estilo arraigado en nuestra pintura.
Una vez finalizada la conversación, Cartón tocó algunas de sus canciones acompañado por Horacio Cristofanetti (laúd), Nina Kovenksy y la Piba Berreta. El nombre del evento fue una cita a la muestra-concert con la que Jorge De la Vega había presentado su obra Rompecabezas, en 1970.
En la sala donde se exhibía la exposición Sintomario, de Florencia Rodríguez Giles, la guitarrista y compositora Florencia Ruiz estrenó una suite basada en el mural y el video Sensibles y vengativos, que ocupaba el centro de la sala. Ruiz, cuya obra es reconocida en todo el mundo, desarrolló una pieza instrumental con sutiles vocalizaciones coordinadas con la figuración mutante del mural y las escenas del video cuyo sonido se mezclaba con el de su guitarra. La suite se dividió en tres partes de unos quince minutos, lo que causaba la sorpresa del público que ingresaba a la sala sin saber que la intervención tenía lugar. Para la composición, Ruiz dialogó con Rodríguez Giles para interiorizarse en sus inquietudes y llevarlas al sonido.
Con el objetivo de pasar desapercibida, la compositora se ubicó con su guitarra y sus pedales de efectos en un extremo de la sala. Se colocaron dos amplificadores debajo del mural para reproducir el sonido limpio y roto de su guitarra, que fue desde una capa evanescente de ambient a un subidón ruidista, en el que también se dejó escuchar su voz. Una vez terminada la suite, Ruiz agregó diez minutos de improvisación entremezclados con el audio del video.