LA MENESUNDA SEGÚN MARTA MINUJÍN

GIRA EUROPEA 2024-2028

La menesunda según Marta Minujín 1

Gira Europea de La Menesunda según Marta Minujín, una coproducción entre el Museo Moderno y Tate Liverpool

La Menesunda, la legendaria obra creada por Marta Minujín y Rubén Santantonín para el Instituto Torcuato Di Tella de Buenos Aires en 1965, fue reconstruida por el Museo Moderno e inaugurada en su sede de Avenida San Juan en 2015 y fue luego presentada en el New Museum de Nueva York en 2019. A partir de octubre de 2024, y luego de cinco años de trabajo y preparativos, La Menesunda según Marta Minujín inicia su Tour Europeo y se presentará en cuatro importantes museos. La gira europea de La Menesunda según Marta Minujín es una colaboración entre Tate Liverpool y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Esta obra emblemática viajará al Copenhagen Contemporary (Dinamarca) donde se inaugura el 10 de octubre de 2024, y luego viajará, en años subsiguientes, al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid, España), y formará parte de la programación de las aperturas de los nuevos edificios del museo KANAL – Centre Pompidou (Bruselas, Bélgica) y de Tate Liverpool (Reino Unido).

Esta mítica obra que Minujín y Santantonín presentaron en el Centro de Artes Visuales del Instituto Torcuato Di Tella fue reconstruida con suma fidelidad por el Museo Moderno tras un exhaustivo proceso de investigación emprendido por los equipos curatoriales, de producción y conservación, liderados por Victoria Noorthoorn junto a la artista. El resultado fue la presentación de la exhibición La Menesunda según Marta Minujín en octubre de 2015, al cumplirse cincuenta años de su inauguración original.

En 2019, Tate Liverpool y el Museo Moderno firmaron una carta de intención en la que se comprometieron a organizar de forma conjunta el tour europeo de la aclamada obra, gracias al interés de Helen Legg, directora de Tate Liverpool, y Kasia Redzisz, excuradora de la galería, ahora directora artística de KANAL – Centre Pompidou. Con el compromiso entusiasta del Copenhagen Contemporary y el Museo Reina Sofía, se completó el programa de museos que recibirán a La Menesunda según Marta Minujín.

Todas estas grandes instituciones europeas reconocen la importancia fundamental para la historia del arte de esta obra, que fue uno de los primeros environments del mundo. El término environment fue usado por primera vez por el artista Allan Kaprow, en 1958, para referirse a sus propias obras. No casualmente, Marta Minujín conoció a Kaprow, con quien realizó el happening Simultaneidad en simultaneidad en 1966. Si bien environment se utiliza hoy casi como un sinónimo de instalación, se refiere específicamente a aquellas obras que tienen la capacidad de transformar un espacio y generar un ambiente inmersivo. La Menesunda, cuyo título en lunfardo expresa una situación difícil o embarazosa, es una ambientación que pone al participante en situaciones extrañas. La obra, que en palabras de los artistas “intensificaba el existir”, fue fundamental para generar un cruce radical entre el arte y la cultura popular. También incorporó referencias a los nuevos medios de comunicación de la época, como un circuito cerrado de cámaras y televisores que grababan y reproducían lo que sucedía. Esta fue una de las tantas operaciones exitosas de La Menesunda, que no solo utilizaba las nuevas tecnologías, sino que lo hacía para incluir al público en la propia obra, ya que podía verse retransmitido en una pantalla por primera vez. En cada instancia de su gran laberinto, La Menesunda transformaba al espectador en participante. 

La reconstrucción de esta experiencia en el Museo Moderno, que tuvo lugar entre octubre de 2015 y marzo de 2016, fue visitada en esa ocasión por más de 65.000 personas.

La Menesunda histórica de Marta Minujín y Rubén Santantonín (1965)

A mediados de mayo de 1965, cientos de porteños se agolpaban en la calle Florida haciendo cola a la intemperie durante horas, bloqueando las entradas de las boutiques y provocando miradas y cuchicheos entre los transeúntes. Aguardaban, pacientes, para ingresar de a uno por vez a La Menesunda, la mítica obra que Marta Minujín y Rubén Santantonín construyeron dentro del Instituto Torcuato Di Tella. Bajo la premisa “Más acá de dioses e ideas / sentimientos / mandatos y deseos”, el enrevesado laberinto confrontaba, incomodaba, sorprendía y zarandeaba a todo aquel que osara traspasar su umbral. 

La Menesunda, dijeron sus creadores, no era obra ni happening, tampoco espectáculo. Entre rito folclórico porteño y espectáculo mediático, con su desfachatez, espíritu revulsivo e histrionismo, era pura experiencia y provocación. Fue un proyecto de una magnitud descomunal que se convertiría en el escándalo del año, pero también en uno de los grandes hitos de la historia del arte argentino.

El gran despliegue que organizaron Minujín y Santantonín solo fue posible como parte de la culminación del proceso de modernización del arte y la cultura que, iniciado diez años antes, parecía estar consolidado hacia 1965.

• El Di Tella y el nacimiento de La Menesunda

Promediando la década del sesenta, muchos de los artistas que se nuclearon en torno al Instituto Torcuato Di Tella habían realizado ya sus respectivos viajes transatlánticos de exploración y autodescubrimiento, con París como principal destino, luego reemplazada por Nueva York, nuevo centro neurálgico del arte moderno. Estos jóvenes exultantes y cargados de ideas volvían a Buenos Aires para desplegar y complejizar las experiencias vividas y las lecciones aprendidas en el exterior. El Di Tella les ofreció el espacio y la contención que necesitaban para tender sus redes y hacer avanzar el arte argentino hacia una nueva era. 

En 1964, la palabra happening comenzó a aparecer en los medios masivos y el Di Tella se convirtió en objeto de polémica y discusión. En esta década se abrió en el arte un portal a una nueva dimensión, un espacio para la transgresión, para quebrar las barreras de aquello sobre lo que durante mucho tiempo no se había podido hablar.

Las claras manifestaciones de los artistas sobre la época, que cuestionaban los términos de la participación del espectador en los procesos de creación y exposición de las obras, los límites cada vez más lábiles del lenguaje estético y su posibilidad de disrupción, parecen haber inspirado a Jorge Romero Brest, director del Centro de Artes Visuales del Instituto Di Tella, para que finalmente comisionara la realización de un audaz proyecto, también a instancias del acoso de los artistas y, muy especialmente, de la infatigable Minujín. Así es como, a fines de 1964, se dio inicio al titánico proyecto de La Menesunda, liderado por Minujín y Santantonín, quienes, con la complicidad de Floreal Amor, David Lamelas, Pablo Suárez, Rodolfo Prayón, Leopoldo Maler y un maestro mayor de obras, se embarcaron en la creación de un laberinto de compartimentos contenedores de situaciones. Esta obra, con sus once ambientaciones, laberíntica y confusa, producía un entramado visual y sensorial anclado en la vida moderna de la ciudad, con sus ritos colectivos, culturales y folclóricos, con itinerarios y preocupaciones establecidos, reconocibles a lo largo del recorrido. Tras una larga espera en la calle Florida, la expectante audiencia ingresaba finalmente a la exposición de la que todos los medios de comunicación hablaban. 

• El recorrido de once situaciones de la obra

El primer paso consistía en atravesar un portal de acrílico rosa a través de una alargada figura humana, donde un guardia recibía a los visitantes y los instruía acerca del uso de la obra. En el mismo tono, un cartelito indicaba que el visitante debía subir una empinada y precaria escalera que impedía el paso hacia un túnel de neones que emulaba las luces y el frenesí de las calles del centro. Arriba, el visitante se encontraba con el primero de los ambientes: una especie de cubierta de barco equipada con siete televisores, de los cuales dos reproducían en circuito cerrado la imagen del que pasaba y los cinco restantes emitían imágenes de programas de televisión abierta, desde el noticiero hasta El Club del Clan. La presencia de los televisores, miembros recientes de la gran familia argentina, y la posibilidad para muchos de ver aparecer su imagen por primera vez en una pantalla planteaban una serie de problemas que se harían frecuentes: el avance de la tecnología y de los medios de comunicación en el espacio doméstico, con la consecuente invasión del cuerpo y la privacidad del espectador. Luego de verse impactado por su propia imagen en una pantalla, el visitante debía optar por bajar hacia el túnel de neón que emulaba las luces de la avenida Corrientes, o bien continuar rumbo al siguiente espacio, donde nuevamente se veía impactado por la imagen en vivo de una pareja acostada en una cama en ropa interior. Los actores pasaban el día fumando, tejiendo y escuchando a The Beatles, mientras la gente circulaba por el costado de la cama, algunos increpándolos con preguntas o con miradas de desaprobación y otros esbozando sonrisitas cómplices de asentimiento y aceptación. La desnudez y un lecho matrimonial expuestos a la luz del día implicaban una afrenta a la moral y un cruce descarado de lo privado hacia lo público. En pocas palabras, un escándalo, o bien el golpe de liberación de una juventud sofocada por una sociedad pacata. Esta imagen se reprodujo en varios medios y se convirtió en un ícono de la obra y en sinónimo de provocación.

Tras golpearse la frente con el vano de la pequeña puerta de salida, el visitante debía continuar su camino a través de otra estrecha escalera hacia el interior de una enorme cabeza de mujer, cuyo exterior había sido pintado por Pablo Suárez y su interior, revestido con productos de belleza. Allí, una maquilladora profesional y una masajista ofrecían sus servicios a quien quisiera recibirlos. El paso siguiente consistía en el dificultoso ingreso a un canasto de hierro giratorio recubierto con tiras de plástico de colores, que conducía a otros dos espacios. El primero, un angosto pasillo de paredes recubiertas por enormes “intestinos” de polietileno, tenía un techo que se hacía más bajo a medida que el espectador avanzaba, hasta desembocar en un orificio —una probable referencia anal— por el que podía asomarse y contemplar una serie de apacibles escenas de paisajes tomadas de películas del cineasta sueco Ingmar Bergman. La trama de referencias cultas y populares demuestra la complejidad de una obra atenta a su entorno y a sus transformaciones, que reúne en un mismo ambiente referencias desjerarquizadas de los más disímiles ámbitos de la cultura de su época. Tras el breve recreo fílmico, el visitante debía retornar al canasto e ingresar a lo que los autores llamaron “la ciénaga”, un pasillo tan mullido que entorpecía el avance, con paredes que desprendían pedacitos de gomaespuma que cubrían poco a poco el piso. A continuación, se ingresaba a una pequeña y oscura habitación con un intenso olor a consultorio de dentista, potencial provocadora de ataques de claustrofobia, que estaba coronada por un inmenso dial de teléfono y una única instrucción: “Apriete el botón para abrir la puerta”. Un breve tránsito por una heladera con temperaturas bajo cero conducía a un pasillo ocupado por diversas formas y texturas, suaves y ásperas, placenteras e irritantes, que los transeúntes no tenían manera de evitar. Finalmente, se llegaba a una habitación octogonal con paredes de espejos y olor a fritura, en cuyo centro se ubicaba una cabina de acrílico transparente desde la que se activaban luces negras y ventiladores que arrojaban un torbellino de papel picado. Se trata del golpe final: un caos de papel picado en el aire, luces negras de discoteca bailable y paredes de espejos cual laberinto de parque de diversiones o casa del horror.

La Menesunda hizo su aparición en medio de la década, a medio camino entre el pop y el arte político, en ese espacio liminal que se abre ante aquellos eventos capaces de transformar la realidad. Radicalizó la práctica artística, la expandió en el espacio, la conmocionó con su descaro y su deseo de provocación, para luego replegarse sobre sí misma: al cabo de dos semanas se desintegró, y su rastro quedó solo en los diarios y en el cuerpo de aquellos que la transitaron. La Menesunda fue no tanto un punto de partida, sino el cierre de un capítulo de la historia del arte argentino.

Fragmentos del texto de Sofía Dourron, publicado en La Menesunda según Marta Minujín, Buenos Aires, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, 2015.

La Menesunda según Marta Minujín (2015) en el Museo Moderno

En 2015, el Museo Moderno se convirtió en el escenario de una fiel reconstrucción de la ambientación de Marta Minujín y Rubén Santantonín, que se desplegó en un espacio de 400 metros cuadrados del primer piso.

El Museo Moderno presentó La Menesunda según Marta Minujín como una obra que atestigua el final de una década iniciada en 1955, de drástica transformación de los lenguajes estéticos utilizados por los artistas, los modos de circulación y legitimación de sus producciones y también de las maneras en que los nacientes públicos consumieron y procesaron las obras de la vanguardia. La Menesunda condensó muchas de las inquietudes que atravesaron a la vanguardia desde los tempranos años sesenta: la voracidad del avance de la cultura de masas, la experiencia como soporte estético y el espectador como agente activo, la posibilidad de ruptura con las tradiciones artísticas y el recurso al arte como un medio para transgredir los límites impuestos por las dictaduras militares y la tutela militar establecida durante los procesos de democratización.

Este proyecto del Moderno buscó contribuir al análisis de una de las formas que asumió la vanguardia durante los años sesenta, en el intersticio entre el arte pop y la activación política, entre la ambientación y la manifestación. La revisión y discusión de La Menesunda en la actualidad permite profundizar en la comprensión de los procesos institucionales y estéticos que tuvieron lugar en el campo artístico de la ciudad de Buenos Aires de aquellos años y sus coyunturas político-económicas.

• La reconstrucción

La experiencia de la reconstrucción de esta obra fue una invitación a repensar la carga legendaria de la obra original, evocar el pasado y elaborar nuevas lecturas sobre él, pero también despertó nuevas reflexiones y sensaciones en un contexto contemporáneo. La Menesunda según Marta Minujín recuperó para la actualidad el conjunto de relaciones materiales, sensoriales y simbólicas que hicieron posible su existencia en 1965, cuando representó una clara experiencia de ruptura respecto de los lenguajes visuales de la década del sesenta. A lo largo del medio siglo transcurrido, la obra se fue cargando de múltiples significaciones y relecturas hasta transformarse en un ícono central del imaginario cultural argentino. 

La Menesunda consistía en una estructura laberíntica que incluía un recorrido por once situaciones diferentes, organizadas en una secuencia de espacios cúbicos, poliédricos, triangulares y circulares, recubiertos por diferentes materiales que generaban estímulos multisensoriales al visitante. La titánica tarea de reconstrucción implicó entender cómo era la planta original y cómo se disponían los ambientes en el espacio. No se conservaron planos de la obra original y los registros con los que se contaba eran limitados y fragmentarios, por lo que fue necesario redefinir el tamaño de cada uno de los ambientes, investigar los materiales utilizados en la realización original, averiguar cuáles de ellos aún se siguen fabricando e identificar cuáles permitían reconstruir la materialidad de los espacios, entre muchos otros desafíos. A partir del proceso de investigación, los equipos técnicos del Moderno lograron estructurar los ambientes que componían el recorrido y sus espacios de transición.

Además, durante los últimos cincuenta años se fueron incrementando las medidas preventivas de seguridad en los museos, lo que obligó a hacer una adaptación de varios aspectos del recorrido para adecuarlos a los requerimientos actuales, sin alterar por ello ni la estética ni la atmósfera de la obra de 1965. 

La estructura exterior fue diseñada y producida también de acuerdo a otros problemas centrales, como la durabilidad y la capacidad para ser transportada en futuras itinerancias, ya que La Menesunda de 1965 estuvo abierta al público durante apenas quince días y se desintegró por completo. Por esa razón, cada ambiente se construyó de manera independiente y modular.

La reconstrucción de una obra de estas características fue el resultado del importantísimo trabajo de un equipo multidisciplinario de profesionales del Moderno, encabezado por Javier Villa y Sofía Dourron, del departamento de Curaduría; Iván Rösler, Almendra Vilela y Agustina Vizcarra, del departamento de Diseño y Producción de Exposiciones, y el fundamental diálogo a lo largo de todo el proceso con Pino Monkes, jefe de Conservación del Museo. También se trabajó junto con un equipo de especialistas contratados para la ocasión.

La exposición en el Museo Moderno estuvo acompañada por un ambicioso catálogo que documentó y profundizó el proceso de reconstrucción, con material de archivo, planos actuales y film stills de La Menesunda de 1965. El libro contiene un ensayo de Sofía Dourron y un texto colectivo en el que Dourron, Rösler, Vilela, Villa y Vizcarra profundizan en el desafío que implicó esta reconstrucción. También cuenta con un dosier documental de imágenes provenientes de la película de Leopoldo Maler sobre la obra.

La Menesunda Reloaded (2019), en el New Museum de Nueva York

En junio de 2019, el New Museum de Nueva York presentó Marta Minujín: Menesunda Reloaded.

Esta exposición fue realizada con la curaduría de Massimiliano Gioni y la dirección artística de Edlis Neeson, del New Museum, junto a Helga Christoffersen como curadora asociada, en coproducción con el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. La realización se llevó a cabo en las instalaciones del New Museum siguiendo los protocolos y el conocimiento del Moderno bajo la supervisión y asesoría permanente de Agustina Vizcarra, productora senior del Museo e investigadora a cargo de La Menesunda.

Esta es la segunda exhibición de La Menesunda luego de su reconstrucción en el Moderno, en 2015, y la primera en Estados Unidos.

Gira Europea (2024-2028) de La Menesunda según Marta Minujín

• Primera sede: Copenhagen Contemporary, Dinamarca
(10 de octubre de 2024 - 21 de abril de 2025)

El Copenhagen Contemporary, dedicado a la promoción exclusiva de grandes instalaciones de artistas contemporáneos, algunos muy reconocidos y otros emergentes, inaugurará este 10 de octubre de 2024 La Menesunda según Marta Minujín, que formará parte de una exposición más amplia de la artista argentina titulada Intensify Life, abierta hasta abril de 2025 en las instalaciones danesas. Marta Minujín: Intensify Life está curada por Marie Laurberg y Aukje Lepoutre Ravn.

La coproducción de la gira de La Menesunda se realizó junto al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y Tate Liverpool, que trabajan hace cinco años preparando el tour y adaptando la obra a los distintos museos y espacios. Esta compleja reconstrucción se llevó a cabo siguiendo los protocolos y el conocimiento del Moderno bajo la dirección de Victoria Noorthoorn, el fundamental liderazgo en la coordinación, supervisión y asesoría permanente de Agustina Vizcarra, jefa de Exposiciones Temporarias del Moderno e investigadora y productora senior a cargo de La Menesunda, y la adaptación del diseño de Iván Rösler, jefe de Diseño y Producción del Moderno, quienes trabajaron codo a codo junto a Marta Minujín y los equipos de Tate Liverpool para adaptar la obra a las condiciones y exigencias de los museos europeos tornando real este ambicioso proyecto.

Cada exposición europea incluirá componentes materiales de la instalación que fueron oportunamente reconstruidos por el Museo Moderno en 2015, como el túnel de neón, la cartelería vintage, los frentes de televisores antiguos, las lámparas de época, las puertas de heladeras Siam y el tocadiscos, entre otros componentes antiguos de la obra que viajarán desde la Argentina para ser integrados a la arquitectura de la exposición en Europa.

Marta Minujín: Intensify Life podrá visitarse en el Copenhagen Contemporary, Dinamarca, desde el 11 de octubre de 2024 hasta el 21 de abril de 2025.