En 1928, un año antes de partir a Europa para perfeccionarse en el taller de Othon Friesz, la joven pintora Raquel Forner montaba su primera exposición individual en Galería Müller. En ocasión del evento, el crítico José León Pagano escribió una reseña para su columna del diario La Nación. “Raquel Forner está adscripta al grupo de las ‘fauves’, esas que tienen la doble virtud de regocijar y de encolerizar a las guardias pretorianas del tradicionalismo. Comparte este privilegio con Norah Borges. Ambas están un poco fuera de la ley”. Sus audacias formales, percibidas en ese entonces como expresión de un “espíritu viril”, según designara Pagano en El arte de los argentinos, la situaban en un lugar aún atípico para una mujer en aquel campo artístico local del primer tercio del siglo XX. Este y otros artículos aparecidos en la prensa, fotografías, cartas y catálogos relativos a los inicios de producción de la artista, integran el fondo que Pagano construyó a lo largo de su trayectoria profesional.
La Biblioteca conserva también interesantes piezas documentales sobre la faceta menos conocida de la obra de Forner, aquella que se abre a fines de la década del cincuenta en el marco de la carrera espacial y el lanzamiento de los primeros satélites. Dando un giro en su poética, atravesada hasta ese entonces por el drama de las guerras, la artista vislumbra en el contacto con la vida extraterrestre la promesa de un futuro mejor. Comienza de esta forma a imaginar paisajes lunares y astroseres, visiones de una utopía interplanetaria que la llevarían a granjearse el título de “La primera artista de la era espacial”, según reza una invitación de la galería Ars Longa de Houston del año 1974. Catálogos, material hemerográfico y fotografías pueden consultarse en la serie “Sobres-legajo de artistas”, perteneciente al Archivo Histórico de la Biblioteca del Moderno.
La biblioteca cuenta con el apoyo de