Florencia Rodríguez Giles establece vasos comunicantes entre el dibujo y prácticas artísticas y terapéuticas. Su producción indaga en la expansión de la imaginación y la mutación de las formas de vida. En sus prácticas y performances, propone transitar estados previos a la individuación, entre el consciente y lo inconsciente, la vigilia y el sueño, donde el cuerpo y la psique se hacen plásticos.
La artista trabaja con grupos de personas a quienes invita a alterar su organización perceptiva, afectiva y expresiva a través de una serie de ejercicios e instrucciones que pueden durar horas o meses. Cada una de estas experiencias funda una pequeña comunidad de convivencia más o menos transitoria. Durante estas exploraciones, el rostro de lxs participantes —la parte del cuerpo más reconocible e identificativa de todo sujetx— se esconde detrás de las máscaras, habilitando otro tipo de percepciones y sensaciones que favorecen al desconocimiento de unx mismx. Además, suelen utilizarse trajes, prótesis y materialidades blandas o viscosas. Los espacios pueden estar intervenidos con pinturas, esculturas o videos de la artista, además de música o diseños sonoros.
Algunas de las propuestas que Rodríguez Giles desarrolla invitan a la siesta o al delirio colectivo. En ellas se reivindica la experiencia de soñar como producción de nuevas narrativas y escenarios de mundos posibles. La artista genera propuestas de exploración para el público y diluye los límites entre espectadorx y participante. En sus dibujos y procesos de diversas naturalezas, la artista sondea estados físicos y psíquicos y despliega así un profuso imaginario posthumano, ritualístico, fantástico u orgiástico.