(Buenos Aires, 1966) es Doctor en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA), y desarrolla investigaciones biológicas en el Laboratorio de Hipoxia y Respiración Celular del Instituto Taquini, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Argentina, en la cual ha establecido un modelo experimental de protección al infarto cardíaco por aclimatización simulada a la altura. Sus trabajos pueden leerse en revistas científicas internacionales como Nitric Oxide, Brain Research, Hypertension, Journal of Applied Physiology, y Journal of Hypertension. Se formó paralelamente en artes visuales con Alberto Goldenstein, Carlos Gorriarena, Eduardo Stupía y teóricos como Graciela Speranza e Inés Katzenstein en la Universidad Torcuato Di Tella. Su obra forma parte de la colección del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA), y ha sido expuesta en instituciones como MALBA, Fundación PROA, Fundación Fortabat, Centro Cultural Recoleta, Centro Cultural General San Martín, Palais de Glace, Centro Cultural Ricardo Rojas, Casa Nacional del Bicentenario, el Centro Cultural Kirchner, Centro de Arte y Naturaleza (Universidad de Tres de Febrero sede Eco-parque, ex-zoológico de la Ciudad de Buenos Aires), Centro Cultural de la Ciencia (C3) y el Museo de la Inmigración (Premio Braque 2017) de la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF)-Palais de Tokyo. En el presente desarrolla una activa plataforma interdisciplinaria entre arte y ciencia involucrando a prestigiosas instituciones educativas a nivel nacional como El Centro Cultural de la Ciencia (C3), Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación (MinCyT); Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), Centro Cultural Kirchner, Sistema Federal de Medios y Comunicación, y Fundación Proa- Facultad de Latinoamericana de Ciencias Sociales (Proa-Flacso), British Council, INVAP, entre otras. En 2020 presentó en Miranda Bosch Gallery NY, Stone View.
El trabajo de La Padula lleva adelante la tarea de volver a poner en contacto dos discursos que alguna vez formaron parte del mismo magma: el arte y la ciencia. En este sentido, ambos, munidos de estrategias y lógicas diferentes (pero complementarias), interpelan la naturaleza de las cosas en clave interrogativa, en una suerte de estado de ingenuidad cristalina. A través del lenguaje instalativo, y variados medios como la pintura con humo, el dibujo, la fotografía, el collage, el trabajo de archivo o la recolección de materiales, sus piezas proponen pensar la misteriosa zona común que iluminan esas dos herramientas de conocimiento, ya sea a partir de la construcción del laboratorio como espacio de trabajo, del gabinete de curiosidades, del entrenamiento de la observación y el registro como dinámicas propias, o la puesta en común de objetos y elementos que, en principio, corresponden a ámbitos y órdenes distintos. Su apuesta poética apunta a enfatizar este cruce y alentar una sinergia que permite entender la belleza no tanto como aquello que depende de una cualidad de ciertos objetos o de la capacidad de ciertos individuos, sino como un camino entre la intuición y la disciplina, un modo pulsional pero también analítico de relacionarse con el mundo.