A lo largo de su corta carrera, Alberto Greco (1931, Buenos Aires, Argentina – 1965, Barcelona, España) supo desarrollarse en distintos campos creativos, entre los que se destacan: la pintura, el dibujo, la poesía y la literatura, evolucionando hacia una línea de investigación conceptual en la que sobresale la creación de un movimiento unipersonal al que él mismo denominó Vivo-Dito o Arte Vivo. El Manifiesto Vivo-Dito, escrito por él en 1963, explicita su posición artística en la que la acción de señalar con el dedo dota a contextos y situaciones de un valor imprevisto y susceptible de convertirse en obra de arte. En conjunto con sus vivo-ditos inauguró un tipo de manifestación fundamentada en la idea de que la obra ya se encuentra realizada, sólo es necesario señalarla. Toda la producción de Greco restablece la ecuación arte-vida y reivindica la actitud vital del artista en la significación de la obra de arte, concebida como proceso, cuyo planteamiento radical anticipa los desarrollos artísticos que darán lugar a un cambio de paradigma en los años siguientes. Greco alcanzó un intento de superación del espacio artístico como lenguaje y vehículo de representación, experimentando con nuevos medios expresivos que plantean la disolución de la pintura, llevando las obras al límite de su concreción física. A pesar de haber comenzado su carrera como pintor y de ser considerado uno de los pioneros del informalismo en América Latina, desarrolló diversos y variados conceptos que lo llevaron a evolucionar drásticamente en cuanto a estética e intención en la obra de arte. Estos cambios radicales comenzaron en 1961, hasta su temprano fallecimiento en 1965.
Alberto Greco estudia por un breve periodo de tiempo en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y luego desde 1947 hasta 1948 asiste a los talleres de Cecilia Marcovich y de Tomás Maldonado. En 1954 realiza su primer viaje a Europa, donde expone por primera vez en la galería La Roue de París, Francia. Luego de su retorno a Buenos Aires en 1956, se instala en Rio de Janeiro y más tarde en Sao Paulo, Brasil hasta 1958. En 1959 integra el Movimiento Informalista Argentino junto con Kenneth Kemble, Enrique Barilari, Olga López, Towas, Fernando Maza, Luis Alberto Wells y Mario Pucciarelli. En 1961, realiza una muestra de pinturas en Buenos Aires en la Galería Pizarro, en la cual presenta la serie Las Monjas.
Poco después se instala en Paris donde realiza, en 1962, la Primera Exposición de Arte Vivo, “firmando” personas. En Génova, en ese mismo año, publica el Manifiesto Dito dell’Arte Vivo en italiano. En 1963 viaja a Piedralaves en Ávila, España, donde realiza la serie de acciones fotografiadas por Montserrat Santamaría. En 1964, expuso en la galería Juana Mordó en Madrid y regresó a Buenos Aires donde presentó su experiencia de Arte Vivo: Mi Madrid Querido, en la galería Bonino con la colaboración del bailarín Antonio Gades. En 1965, se instaló en Barcelona, donde escribió Besos Brujos, una obra plástico-performática, considerada una de sus piezas más emblemáticas. Se suicidó en octubre de ese mismo año, escribiendo FIN sobre las palmas de sus manos y tomando barbitúricos que desencadenaron su muerte, antes de cumplir treinta y cinco años.En 1991, en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), se presentó la mayor muestra dedicada a Greco, con la curaduría del crítico español Francisco Rivas; luego fue exhibida en el Museo Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires, Argentina.