Nació en Buenos Aires en 1941. Cursó en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y en un taller
coordinado por Juan Carlos Castagnino. A mediados de los años 1960 se instaló por dos años en París,
donde trabajó como asistente de Julio Le Parc y de Antonio Berni.
Durante la dictadura militar, creó una serie de obras con poliéster que se asemejaban a cuerpos torturados
e instrumentos de tortura, las tristemente célebres “parrilas”. Entre otras instituciones, la obra de Gómez
enriquece las colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), el Museo Provincial de Bellas Artes
Emilio Pettoruti y el Museo Arte Contemporáneo de Rosario. En el Parque de la Memoria- Monumento a las
Víctimas del Terrorismo de Estado, se levanta una de sus monumentales obras frente al Río de la Plata. En
1992, Gómez obtuvo la Beca Guggenheim y en 1995 el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires organizó
una exposición retrospectiva de su obra. En 2000, presentó una serie de monumentos conmemorativos (en
bronce y en resina poliéster) que parecían aludir a los aspectos mortuorios del poder.
En 2016, el MNBA le dedicó una muestra en la que exhibió obras en madera y cartón, algunas basadas en
las que había hecho en los años 1960, y una serie de trabajos nuevos. Luego de un período expresionista, e
incluso de arriesgadas obras de denuncia por las que se lo reconoció en el país y en el mundo, Gómez
retornó a la abstracción de sus años de juventud. En 2012 fue reconocido con el Premio Konex de Platino.
“Sí, soy un artista visual -explicaba en una entrevista concedida en 2018 al recibir el Gran Premio a la
Trayectoria en 2018, concedido por la Secretaría de Cultura de la Nación-. Me considero un armador, no soy
escultor. Esculpir es sacar lo que sobra a partir de picar si es piedra o de tallar si es madera. No son lo
mismo un modelador, un tallador o un armador. En el caso de un artista hacer una síntesis es un error”.