Nació en Corrientes en 1953, aprendió escultura con su padre; estudió arquitectura, y entre sus
20 y sus 50 años vivió en diferentes lugares del mundo como: África del Sur, España (Madrid,
Lanzarote), EE.UU. (Nueva York, donde instala su estudio en 1978) son los primeros puntos de
su itinerario de vida. Pasa algunas temporadas de trabajo en Carrara (Italia). Viaja por España,
Italia, Argentina, Francia, Suiza. Exhibe su obra con regularidad por el mundo y comienza a
realizar obra pública por encargos gubernamentales. A comienzos de los años ’90 se instala en
Madrid, donde produce una serie de obras en plomo. En 1993 vuelve a Nueva York y organiza en
Chelsea el jardín internacional de esculturas. En 1995 decide abandonar la escena del arte y sus
aspectos mundanos, para recluirse en el trabajo del taller. En 1998 se muda a México DF, donde
desarrolla técnicas para la fundición del bronce y tecnologías en piedra, para aplicación en
escultura y arquitectura. En 2004 regresa a Buenos Aires para trabajar en fundición de hierro,
aluminio, bronce, piedras y madera. Lo que primero advierte el espectador es el dominio de los
materiales: hierro, acero inoxidable incrustado; madera (a veces quemada), mármol, aluminio,
mármol, ónix, cuero crudo, fibra de vidrio, ramas, corteza, bronce… cada uno con determinadas
pátinas que aportan sentido a las obras. Todos los materiales están combinados de un modo
contrastante, en el que se juegan los sentidos mismos del material, su autonomía, resistencia,
textura visual.
La obra de Farco es la de un artista que elige incluirse en la gran tradición escultórica. Su tema
es el humanismo –la vida y el destino humanos–, la relación entre naturaleza y cultura.