En las obras de Gabriel Chaile (Tucumán, 1985) se da un encuentro crítico-poético entre la antropología, lo sagrado y sus rituales, lo político y las comunidades precolombinas de sudamérica, leídas en clave artística y con cierta excentricidad y sentido del humor. Chaile desarrolla sus investigaciones antropológicas y visuales a partir de dos conceptos claves que atraviesan su cuerpo de obra. Estos son la ingeniería de la necesidad, que consiste en, desde el arte, crear objetos y estructuras que colaboren en mejorar las condiciones de una situación límite determinada; y la genealogía de la forma, que implica asumir que cada objeto, en su repetición histórica, trae consigo una historia que contar, que se recupera y se actualiza en relación a un nuevo contexto. El artista se vale de ambos axiomas para crear esculturas, realizar pinturas y construir instalaciones de gran formato que permitan visibilizar y darle voz a las diferentes comunidades opacadas por la historia y las estructuras de poder.
Chaile se comporta como un arqueólogo visual: estudia el contexto que lo rodea, lo deconstruye en nuevas morfologías, lo carga de un nuevo sentido y lo arroja al mundo en forma de objetos e imágenes invitando a reflexionar sobre la relación entre los unos y los otros.