El trabajo de Ercole se asienta sobre la certeza de que el dibujo es capaz de hacer visible lo invisible y, en sus últimas obras se centra en el estudio de la luz como eje y personaje central de su sistema. Interesándose por aspectos identitarios, corporales e iconográficos de esta entidad a través de la historia, los saberes ancestrales, los relatos y en un encuentro entre diversas geografías y territorios.
Sus obras comúnmente de grandes dimensiones se presentan como si la arquitectura fuese un despliegue literal de la pintura, de modo que el observador no contemple ya la pintura en cuanto algo exterior a él, sino que la vea desde dentro.
Utilizando mayormente la tecnica del esgrafiado, sus dibujos se construyen rasgando material y a traves de una infinidad de incisiones que permiten descrubir capas subyacentes de color y luz, que recortan contornos y corporizan naturalezas. Paisajes impresos de un carácter místico y sutil que carga en sus espaldas arqueología: otras imágenes, otras historias, otros varios tiempos; donde pareciera que el fin último del artista es ubicarnos frente al misterio, obligarnos a transitarlo, pero sabiendo que no podemos ver que hay del otro lado de él.