Federico Manuel Peralta Ramos (Mar Del Plata 1939, Buenos Aires 1992) fue uno de los artistas más relevantes de la escena local, un maestro de la palabra y el verso, un despertador social, muy consciente de su lugar y su tiempo. Su obra es localista por el contexto y muchas de las temáticas, palabras y personajes que incluye o menciona, pero es una obra universal en cuanto a los mensajes que dejó. Esos que resuenan en la cabeza y que lo transformaron en un artista de culto, un psicodiferente, como le gustaba denominarse.
Ellas develan la aguda percepción de Federico Manuel Peralta Ramos, que construyendo su propio camino dejó al mundo del arte dado vuelta, supo ser un abanderado de las formulas dadaístas y duchampianas frente a la idea de que “La vida es arte” y que el humor y la ironía son las mejores herramientas.
Federico Manuel Peralta Ramos nació en Mar del Plata en el seno de una familia tradicional.
Se consideraba un ser urbano y estaba enamorado de la Ciudad de Buenos Aires, en especial de los cafés, donde pasaba largas horas debatiendo, creando y pensando. Estudió arquitectura en la UBA, pero nunca se graduó, y fue autodidacta en su formación artística.Pintor, filósofo, dibujante, cantante y actor, siempre afirmó que “Pinté sin saber pintar, escribí sin saber escribir, canté sin saber cantar; la torpeza repetida se transformó en mi estilo”. Fue además un emblema de la Manzana Loca de Florida. En 1965 fue invitado a participar del Premio Di Tella donde presentó una escultura de un huevo gigante de yeso y madera titulado Nosotros afuera. En 1968 ganó la Beca Guggenheim donde utilizó parte de los fondos para organizar una comida. Desde la institución reclamaron que devolviera el dinero, pero Federico respondió diciendo: “Me dieron la beca para que hiciera una obra de arte y mi obra de arte fue la cena”. Entre 1969 y 1992 participó en diversos programas de Tato Bores, actuó en dos películas y en 1970 editó un disco bajo el sello CBS/Columbia.
Desde la década de 1970, Peralta Ramos abandonó la pintura. Son de estos años algunos de sus mejores escritos, donde prima la poesía, el juego de palabras, la ironía y su rapidez mental. Lentamente se reforzó la figura de Federico el personaje, la obra de arte en sí misma, como por ejemplo cuando presentó en el CAYC (Centro de Arte y Comunicación) en 1972 “El objeto es el sujeto” donde se mostró a sí mismo como objeto artístico. Fue el creador de la religión gánica (hacer lo que uno tiene ganas).
Federico Manuel podía ser el más exquisito e intelectual, el más desenfrenado o el más popular (en relación a sus apariciones en los programas de Tato Bores), así como también podía ser extremadamente sensible y sutil. Fue un canalizador de pensamientos colectivos y tenía la habilidad de sacarle el velo a los espectadores, entendiendo como desestabilizarlos. Esta cualidad cambió la vida de un hombre que a pesar de sus orígenes, apellido y mandato familiar, había nacido para ser artista. Falleció en Buenos Aires en 1992. En 1993 se realizó una muestra homenaje en el Museo Sivori y una retrospectiva en MAMBA en 2003.