Alejandra Seeber (Buenos Aires, 1969) se caracteriza por tener un enfoque dialógico de la pintura, donde las intenciones y los procedimientos aleatorios, las fallas y las aceptaciones operan juntas sin jerarquías. Seeber conceptualiza la pintura, pero no desde las referencias históricas ni a través de las convenciones, sino que involucra una cultura visual atravesada por el rock alternativo, las escenografías teatrales y shows musicales, el underground de la ciudad, los programas digitales que empezaron a utilizarse en el diseño gráfico y la publicidad como novedad tecnológica del fin del siglo pasado. Posando su mirada en los interiores domésticos, la arquitectura, la decoración y los fragmentos más triviales, encuentra una imagen del mundo que rápidamente hace estallar con manchas, chorreaduras, gestos corporales y partes que se dispersan por todo el cuadro donde la relación con el afuera y la figuración resulta difusa. En esta batalla por domesticar símbolos y actualizar significados, Seeber termina proporcionando a las imágenes nuevas formas y contextos, produciendo obra de múltiples capas, que nos invitan a volver a negociar los límites entre la totalidad y el fragmento.