Miguel Harte (Buenos aires 1961) es considerado uno de los escultores argentinos más importantes de su generación. Emergió al ojo público en el contexto de los artistas que generaron la escena vernácula que se desarrolló alrededor del Centro Cultural Rojas en la década de 1990, y que marcó al arte contemporáneo argentino. A pesar de asociarse con ese grupo de artistas, su obra posse características propias que lo distinguen y lo convierten en único y no fácilmente clasificable dentro de una corriente.
Autodidacta, recibió mentoría informal del artista Pablo Suarez, amigo de su padre. La suya es una mirada atravesada por la emocionalidad, nutrida de fuentes como la ciencia ficción, el cine de clase B, la observación de la naturaleza y la inclusión de su entorno cotidiano y vivencial. En su práctica es clave el intercambio con los materiales que en cada ocasión inquietaron su imaginación y donde escogió aquellos ligados a estéticas de todos los días, llevándolo a recorrer un catálogo amplio, que abarcaron desde elementos de cotillón hasta materiales de la industria de la decoración, investigando por ejemplo tanto las técnicas y materiales de la pintura automotriz, como las metodología de conservación utilizadas por entomólogos.
La obra de Harte se ha caracterizado por la visceralidad, la fantasía unida al biomorfismo, las alusiones a una naturaleza dislocada y mutante, —avizorando la problemática de las distorsiones de lo natural por efecto de la actividad humana, problemática hoy ineludible— que por momentos la empujan hacia lo abyecto o monstruoso. Al mismo tiempo se ha destacado por un refinamiento en la materialidad de sus objetos, logrado a través de su impecable destreza técnica.
En un ensayo sobre la obra de Harte, la curadora Nancy Rojas destaca que en la historia del arte lo monstruoso “toma cuerpo en la fisura de los relatos, en las transiciones, en los huecos precarios” y agrega que “…el ímpetu harteano dispone someternos a interpretar la irregularidad…a entrar en parentesco con ella, a volvernos compatibles con lo repulsivo para pactar otras formas de imaginación…”