Tengo el privilegio de ser de los que no tuvieron grandes dudas acerca de lo que querían hacer “de grandes”. Probablemente un primer gesto haya sido exigir mi caja de lápices Staëdler de 30 al regresar de un viaje en avión sola cuando tenía 5 años. Elegí no ir a Bellas Artes lo que tuvo muchas cosas a favor, y por supuesto dejó también baches. Tuve maestros en distintas etapas: Luis Fernández, Hugo Sbernini, Ana Eckell, Carlos Gorriarena, clínica con Fabiana Barreda, Ernesto Ballesteros. Como docente he trabajado con chicos, adolescentes, adultos y docentes en diversas instituciones, en la UBA y en mi propio estudio.